Fragmento
«Hacía mucho que no le escribía, Frau Mílena, y hoy mismo solo le escribo por casualidad. No hay necesidad de que me disculpe por mi silencio, usted sabe como odio las cartas. Toda la desdicha de mi vida proviene, si se quiere, de las cartas o de la posibilidad de escribirlas. Y con esto no me quiero quejar, sino formular una observación instructiva. Muy pocas veces me ha engañado una persona; las cartas siempre me engañan. Y no solo las de otros, sino también las mías. En mi caso es una desgracia muy particular de la cual prefiero no seguir hablando; pero, al mismo tiempo, es una desdicha general. La facilidad de escribir cartas tiene que haber traído al mundo -considerado desde un punto de vista exclusivamente teórico- una terrible perturbación de las almas. Porque es una relación con fantasmas -y no solo con el fantasma del destinatario, sino también con el propio- la que se va gestando bajo la mano que escribe, en esa carta y, más aún, en una serie de cartas de las cuales una corrobora a la otra y puede apelar a ella como testigo. ¡A quién se le ocurrió que la gente puede mantener relaciones por correspondencia! Uno puede pensar en una persona ausente y puede tocar a una persona presente; todo lo demás siempre supera las fuerzas humanas. Pero escribir cartas significa desnudarse ante los fantasmas, cosa que ellos aguardan con avidez. Los besos escritos no llegan a destino, son bebidos por los fantasmas en el camino. Y esa abundante alimentación hace que los fantasmas se multipliquen en forma tan desmesurada. La humanidad lo percibe y lucha contra eso; para eliminar en lo posible todo lo fantasmal que se interpone entre los hombres y para lograr una comunicación natural, para recuperar la paz de las almas, ha inventado el ferrocarril, el automóvil, el aeroplano. Pero ya es tarde; es obvio que esos inventos han surgido en plena caída. La otra parte es mucho más serena y fuerte: después del correo inventó el telégrafo, el teléfono, la telegrafía sin hilos. Los fantasmas no morirán de hambre, pero nosotros sucumbiremos.»
Kafka Franz
Cartas a Milena – 1° ed Buenos Aires: Losada, 2008
Traducido por: Nélida Mendilaharzu de Machain
ISBN 978-950-03-9549-6
Título original: Briefe an Milena