Mujeres que corren con los lobos – Clarissa Pinkola Estés

mujeres que corren con los lobos

 

«(…) Imaginemos un bufé con cuencos de crema batida, bandejas de salmón, panecillos, rosbif, macedonia de fruta, enchiladas verdes, arroces, salsa curry, yogures y toda una suerte de platos para muchísimos invitados. Imaginemos que la mujer echa un vistazo, ve ciertas cosas que la atraen y dice: «Me gustaría tomar un poco de esto, un poco de aquello y un poco de esto otro.»

Algunos hombres y mujeres toman las decisiones de su vida de esta manera. A nuestro alrededor hay todo un mundo que nos llama constantemente, que penetra en nuestras vidas y despierta y crea unos apetitos donde apenas había ninguno. En esta clase de elección, elegimos una cosa por el simple hecho de tenerla delante de nuestras narices en aquel momento. No es necesariamente lo que queremos, pero nos parece interesante y, cuanto más la miramos, más nos atrae.

Cuando estamos unidas al yo instintivo, al alma de lo femenino que es natural y salvaje, en lugar de contemplar lo que casualmente tenemos adelante, nos preguntamos: «¿Qué es lo que más me apetece?» Sin mirar nada de lo que hay fuera, miramos hacia dentro y nos preguntamos: «¿Qué quiero? ¿Qué deseo en este momento?» Otras frases alternativas podrían ser: «¿Qué es lo que más me seduce? ¿Qué me apetece de verdad? ¿Qué es lo que más me gustaría?» Por regla general, la respuesta no tarda en llegar: «Pues creo que lo que más me apetece… lo que de verdad me gustaría es un poco de esto o de aquello… sí, eso es lo que yo quiero.»

¿Lo hay en el bufé? Puede que sí y puede que no. En la mayoría de los casos, probablemente no. Tendremos que buscar un poco, a veces durante bastante tiempo. Pero, al final, lo encontraremos y nos alegraremos de haber sondeado nuestros más profundos anhelos.

Esta capacidad de discernimiento que Vasalisa adquiere mientras separa las semillas de adormidera de la tierra, y el maíz añublado del bueno es una de las cosas más difíciles de aprender, pues exige ánimo, fuerza de voluntad y sentimiento y a menudo nos obliga a pedir con insistencia lo que queremos. Y en nada se pone más claramente de manifiesto como en la elección de la pareja y el amante. Un amante no se puede elegir como en un bufé. Elegir algo simplemente porque al verlo se nos hace la boca agua jamás podrá saciar satisfactoriamente el apetito del YO espiritual. Y para eso precisamente sirve la intuición; se trata de un mensajero directo del alma. (…)

Otra manera de fortalecer la conexión con la intuición consiste en no permitir que nadie reprima nuestras más intensas energías… es decir nuestras opiniones, nuestros pensamientos, nuestras ideas, nuestros valores, nuestra moralidad y nuestros ideales. En este mundo hay muy pocas cosas acertadas/equivocadas o buenas/malas. Pero sí hay cosas útiles e inútiles. Asimismo, hay cosas que a veces son destructivas y también hay cosas creativas. Hay elecciones debidamente integradas y dirigidas a un fin determinado y otras que no lo están. Sin embargo, tal como sabemos, la tierra de un jardín se tiene que remover en otoño con el fin de prepararla para la primavera. Las flores no pueden florecer constantemente. Pero los que han de dictar los ciclos ascendentes y descendentes de nuestra vida son nuestros propios ciclos innatos, no otras fuerzas o personas del exterior y tampoco los complejos negativos de nuestro interior.

Hay ciertas entropías y creaciones constantes que forman parte de nuestros ciclos internos. Nuestra tarea es sincronzar con ellas. Como los ventrículos de un corazón que se llenan y se vacían y se vuelven a llenar, nosotras «aprendemos a aprender» los ritmos de este ciclo de la Vida/Muerte/Vida en lugar de convertirnos en sus víctimas. Lo podríamos comparar con una cuerda de saltar. El ritmo ya existe; nosotras oscilamos hacia adelante y hacia atrás hasta que conseguimos copiar el ritmo. Entonces saltamos. Así es como se hace. No tiene ningún secreto.»

Capítulo 3

El rastreo de los hechos: La recuperación de la intuición como iniciación

Mujeres que corren con los lobos

Clarisssa Pinkola Estés

 

 

 

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