Ejercicio de escritura n° 1 / Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia
Alicia y Antonio se casaron para siempre. Se eligieron para compartir cada día del resto de sus vidas. Llevaban más de 50 años juntos, una hija, una casa, amigos, viajes, nietos y bisnietos completaban el árbol. Muchos dirían, una linda vida, una familia feliz. Pero estos últimos años, con más achaques y menos paciencia por momentos esa paz parece haberse esfumado.
-te dije que guardes la comida en la heladera, -no viste que chorreaste todo el piso la chica no viene hasta el jueves, -apagá ese televisor, todo el día con ese aparato, -vos te vas, me dejás sola todo el día, me abandonás, yo me aburro -dale, vamos, apurate, ¿Cómo que todavía no estás lista? – vos siempre apurado, siempre hay que andar corriendo.
Reproches y peleas a la orden del día. No se soportaban entre ellos y eran insoportables para el resto. ¿Cómo era eso de que las personas con el tiempo se hacen más sabias?
Tal vez si tienen una nueva ocupación van a tener menos tiempo y energía para pelear. En la reunión familiar, con exclusión de los protagonistas, se decidió regalarles un perrito. Una fuente de amor que requiere cuidado y atención. El cachorro hacía sus necesidades por todas partes, era peligroso que no lo vieran y se patinaran al pisarlo. Cuando quedaba solo lloraba y ladraba. Los vecinos no tardaron en quejarse. No quedó otra opción que la relocalización del can. Entonces el comando no se dio por vencido y les regaló un gato. Se prestó especial atención en que supiera utilizar su baño de piedritas. Pero no se reparó en que animal salta y juega y (sin querer) engancha sus uñitas. El sillón ya no volverá a ser lo que era. Además, la abuela es de las de antes, esa señora de peinado de peluquería que viste de pollera todas las estaciones del año. Al segundo rasguño en su piel delicada le siguió una infección y no quedó otra que relocalizar al gato. Los inquilinos que por diferentes motivos fueron resultando ocasionales menguaban el problema de base. Entonces la solución no era mala, pero había que seguir pensando.
Finalmente Mau llegó para quedarse, lo aman, lo cuidan, se entretienen y no les genera preocupación. ¡Era cuestión de bajar en la cadena! Le dan de comer en la boca y nunca los vi reir tanto como cuando lo ven correr en su ruedita.
Mi papá Noel para los abuelos fue todo un éxito!
Posted by Florencia Gonzalez Bazzano on Thursday, December 24, 2015