Estuvimos averiguando a dónde ir a pasear por el día y nos recomendaron Tarragona. En la semana trabajamos, el sábado descansamos un poco, damos una vuelta por acá cerca y el domingo nos aventuramos a conocer otros lugares. Sin embargo la experiencia nos está obligando a cambiar el día de paseo. Acá en España los domingos no se trabaja y los museos cierran a las dos de la tarde.
Tomamos un tren a Tarragona que son aproximadamente 100km, un viaje de una hora y cuarto. En la estación preguntamos por la oficina de turismo y quedaba cerca de la catedral en la parte alta. Ahí retiramos un mapa con las atracciones marcadas y a correr porque ya eran las doce del mediodía.
Vimos la maqueta de Tarraco -Tarragona- una reconstrucción en miniatura de la ciudad romana en el siglo dos. En ese entonces fue la capital romana de la península ibérica porque allí se estableció el emperador, en búsqueda de buen clima para su mal de salud. Caminamos por el paseo arqueológico que está entre las murallas, las romanas, las medievales y las modernas. Luego bajamos hasta el anfiteatro romano que quedaba en la costa.
Hacía mucho calor -27 grados- y habíamos llevado la malla, por lo tanto era un buen momento para un chapuzón. La ciudad tiene playa, el tema es que está el mar, la arena, las vías del tren y la ciudad, entonces hay que encontrar un puente o un túnel para cruzar. Por suerte estaba nublado porque teníamos protector solar pero no sombrilla. La temperatura del agua era agradable. Me metí y lo disfruté, cuando siempre tengo frío -todavía no pude meterme nunca en las playas del centro de Barcelona porque las veces que fui el agua estaba helada.-
Había arena y el agua era transparente pero como había olas, a diferencia de las otras playas españolas donde estuve -Barcelona, Sitges y Costa Brava- se removía un poco la arena. Lo que más me llama la atención en estas playas son las mujeres y el contraste. Hay mujeres españolas en topless y mujeres que no sé su origen pero sí su religión -musulmana- que están cubiertas desde el pelo hasta los tobillos. La cabecita de la derecha es señora de la foto de más abajo.
Luego nos sacudimos la arena y seguimos paseando. Entramos a la catedral, se paga entrada -5 euros- pero los días domingo no hay visitas guiadas. Al menos está abierta de 15 a 20 horas. Es enorme, está bien conservada y tiene un jardín muy lindo.
Observación: el que no se moderniza es porque no quiere. Ver tercera foto de arriba, se podía hacer donaciones con tarjetas de crédito o débito, desde el plástico o desde el celular.
Habíamos llevado sanguchitos, compramos un agua grande y después a la tarde tomamos algo fresco en un bar. Ya eran como las siete de la tarde, caminamos hacia la rambla -calle principal arbolada- buscando la parada del colectivo 5 u 8 para ir al acueducto. Fueron unos diez minutos y nos bajamos en una autopista. Caminamos unos pocos metros y estaba el ingreso. El cartel decía que los domingos no había visitas guiadas, pero un señor estaba ofreciendo su servicio. Le pregunté en qué consistía, era una hora y media y nos iba a contar sobre el bosque y el acueducto. OK, compramos, diez euros. Me preguntó de dónde éramos: Buenos Aires. Nos sentamos dos minutos, el señor convoca convoca a las personas para iniciar la visita. Estaba hablando en Catalán.
-¿Le preguntaste en qué idioma era la visita?
-no, hablamos todo en castellano. Ni se me ocurrió.
Ya nos había pasado en Mura que tuvimos que andar adivinando qué decía la guía =( Así que ya estaba pensando en ir a decirle que me devuelva el dinero que no íbamos a participar y entendí lo que estaba diciendo en catalán. Dijo Hola a todos, como nos acompaña una pareja de argentinos la guiada va a ser en castellano. Iupi, qué felicidad para nosotros, teníamos muchas ganas de saber más sobre el lugar, y los veinte catalanes no dijeron nada -los conté- pero seguro preferían el catalán.
La charla fue muy informativa y entretenida. Los bosques de la región son todos plantados hace unos doscientos años. El acueducto se llama puente del diablo y tiene su historia para respaldar el nombre. En la Tarragona romana hace dos mil años habitaban 50.000 personas.
El acueducto está intacto, solo se modificó la parte de arriba por donde pasaría el agua para hacer una pasarela.
Tomamos el colectivo de regreso, en la misma parada donde nos habíamos bajado -era una autopista- entonces esta vez el viaje fue más largo porque se metía en unos barrios de viviendas antes de volver al centro. Vimos muchas personas con vestimentas musulmanas, principalmente mujeres pero también hombres.
Volvimos a la estación de tren, ya eran las nueve de la noche. Habíamos comprado pasajes de ida y vuelta y todavía no tenemos internalizado eso de validar los tickets. Nos acordamos en el anden y tenemos que volver al ingreso de la estación para hacerlo. Las multas por no hacerlo son de 50 o 100 euros.
Que bueno! y con el agua del mar agradable!!!! Pum para arriba!!!
Hermoso paseo, con playa incluida, que bueno descubrir ciudades con tanta historia!!!!
Me encantó!!!