Mi experiencia de crucero – parte 2

En mayo 2006 me embarqué para trabajar en un crucero durante seis meses.

Dentista en Buenos Aires – abril 2006

Una profunda angustia se instaló en mi pecho y desencadenó un llanto desbordante, el corazón que bombeaba cada vez más fuerte y la respiración que empezaba a tener dificultades. Me ahogaba. De repente no veía, todo era una galaxia de puntitos. Ganas de vomitar. Hormigueos en los brazos y en las piernas.  Todo a la vez. No tenía control sobre ninguna parte de mi cuerpo. Sentía que me moría. Estaba en un estado total de desesperación y la dentista que hablaba, no sé qué decía, yo entre llantos iba enumerando los síntomas-no veo, no puedo respirar. Y así fue mi primer ataque de pánico.

A partir de este hecho tuve que consultar con una psicóloga que me derivó con un psiquiatra que me recetó un medicamento para tomar antes de ir al dentista que era donde se desencadenaban mis ataques de pánico.

La siguiente consulta en el dentista fue por que cada tanto me dolía la muela de juicio. y fui acompañada por mi mamá y la psicóloga, que iba a entrar conmigo al consultorio. Entonces, tenía apoyo emocional, apoyo profesional y una larga investigación científica del laboratorio ayudándome a enfrentar ese momento que me atemorizaba. Todo estaba preparado para enfrentar la situación amenazante. Pero salió un asistente del dentista para avisar que se había cortado la luz y por lo tanto no iban a poder atenderme. El siguiente turno era a las dos semanas y para entonces yo ya estaba en el Caribe trabajando en el crucero.

Embarcada en el crucero – mayo 2006

Llegar al barco fue agotador, por el viaje, por la cantidad de información nueva para asimilar, temas de seguridad, normas generales del barco, asuntos relacionados a mi puesto y todo en ese inglés de sonidos extraños que va desarrollando cada cultura. Mi atención estaba todo el día al máximo y sentía que no descansaba porque a la noche soñaba con el barco y todas sus indicaciones.

Dentista en Saint Thomas U.S. Virgin Islands – julio 2006

En julio empezó a dolerme la muela ota vez. Fui al medical center del barco donde me atendió un médico y me dijo que iba a gestionarme un turno con un dentista en el primer puerto importante del Caribe.

Ahí estaba yo sola frente al dentista en St Thomas. Me sacó una placa para concluir en que había que sacar la muela. Mi cara debe haber sido de espanto entonces, para relajar un poco la situación me preguntó- ¿de dónde sos?Argentina. Inmediatamente acotó que iba a pasar fin de año en Buenos Aires con su mujer. Lo miré muy seria -a mí no me mientas, conmigo no te quieras hacer el simpático (en English version). Me escuchó y se fue. Volvió con una hoja en la mano, la reserva del hotel Sheraton Buenos Aires, el de Retiro. Tragame tierra. No me alcanzaban los i´m sorry por haberlo acusado de mentiroso. Por suerte fueron bien aceptadas mis disculpas. ¡Yo estaba ahí sola, sin mi mamá, sin la psicóloga y sin medicación! Él me explicó que con la anestesia no iba a sentir dolor y que si me sacaba la muela se acababa el dolor.

Era julio, estaba en una isla del Caribe que nunca había oído nombrar, y la persona que tengo enfrente, con una pinza en la mano, me dice que seis meses después va a ir a pasar fin de año a mi ciudad???? ¡Estas cosas pasan en las novelas y nos resultan inverosímiles!

No podía ser otra cosa que una señal así que le di para adelante. – OK, remove it! pero antes te voy a dejar el número de teléfono de mi casa porque quiero llevarlos a recorrer mi ciudad. Cuando estén en Buenos Aires me llaman, pero si no estoy mi mamá no habla inglés entonces vos decile “dentist, dentist” que la va a reconocer fácilmente porque en castellano es casi igual y dictale el número de habitación pero dígito por dígito. Yo ya sé en qué hotel estás así que te devuelvo el llamado y coordinamos la salida. (En 2006 el celular no estaba taaaan instalado en nuestras vidas y whatsapp todavía no había nacido)

Al final no era mentiroso, no me dolió. Y además hizo magia, convirtió un miércoles, al trabajar todos los días seguidos siempre es miércoles, en un hermoso viernes! porque al día siguiente fue el único día libre completo de mis seis meses en el barco.

Diciembre, se aproximaban las fiestas, yo hacía poco que me había desembarcado y ya estaba trabajando en Buenos Aires. Mi mamá me llamó a la oficina para avisarme que había recibido la llamada dentist dentist y entendió muy bien los cuatro números de la habitación. Les pregunté qué tenían ganas de hacer y siguiendo el consejo de su guía eligieron San Telmo. Almorzamos en el Bar Plaza Dorrego y estaban muy interesados en saber detalles de nuestra cultura y nuestra historia muy diferente a la de ellos en la isla.

CHIN PUN!

¿Ya habías leido Mi experiencia de crucero parte 1?

Mi experiencia de crucero parte 3

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